Las experiencias de una niña flaca
DICIEMBRE 2022


En estas fechas donde el balance es inevitable, esta vez elegí ser amable conmigo por lo que de un momento a otro decidí no embriagarme, guardé la sidra en la heladera y salí a buscarme un regalo de navidad ¿Buena idea? aunque algo frívola, hacerme un autoregalo me resultaba un acto amoroso y compasivo (además necesitaba renovar mis pantalones con urgencia). Genial todo hasta que llegué al primer negocio...


El fastidio de encontrarme con la famosa letra U (de talle único) en las etiquetas no tardó en llegar. Aún sabiendo los resultados de antemano, me dirigí al probador con dos o tres modelos de palazzo especulando con que, quizás, alguno me quedaría por lo menos decente. Grave error. Los metros de tela que sobraban alcanzaban para confeccionarme dos pantalones más, pero la vendedora me explicó que "ahora se usa así, bien sueltito" (en mis casi 40 años vengo escuchando ese speach hasta el hartazgo). Entiendo su necesidad de vender, pero por favor chicas no solucionen todo con un cinturón porque no, no "queda divino".

En el segundo local tuve la suerte de encontrar tres talles: S, M y L ¿alguna vez se tomaron el trabajo de compararlos? las diferencias son ínfimas (otro engaño). Así es como todas las mujeres tenemos la obligación de entrar en una misma prenda y, sino, recurrir a nuestra amiga la modista para seguir gastando más y más dinero. Las reglas del juego.

Mejor me ahorro narrarles qué pasó con el resto de los percheros. Podría resumirlo en cinturas enormes, siluetas deformes y enojos varios. Entonces el fantasma de la navidad pasada llegó con los recuerdos y frustraciones de una adolescente que tenía que comprar en la sección infantil o aguantarse esos discursos rabiosos tales como: "sos demasiado flaquita", "deberías ir al médico", "sos piel y huesos", "
¿no tendrás algo?"... ¡ojo con eso señoras y señores!
Aunque la ley de talles pueda comenzar a resolver algunas cuestiones, esa mentalidad OLD SCHOOL tiene que desaparecer. Porque les cuento que ser flaco o flaca no es sinónimo de enfermedad ni de ser más débiles que el resto. Ser delgade es una cualidad, como muchísimas otras, así que dejemos de rotular por favor. Soy flaca, pero eso no me define, eso es sólo una parte de mí.

Ahora sé que la ropa es la que tiene que adaptarse a mi cuerpo y no al revés, pero eso me llevó varias lágrimas y lo aprendí con el tiempo. Tiempo que quisiera evitarle a muchas chicas y chicos y he aquí el motivo por el que escribo: ni para quejarme, ni para hacer catarsis, sino para visibilizar, para hablar y compartirles las experiencias de una niña flaca, pero con la fuerza suficiente como para defenderles de una industria cruel y de cualquier mirada desmoralizante. Así, a capa y espada.